martes, 1 de julio de 2014

Las Tres Provincias






Esta ruta comienza y termina en Somosierra, que es un municipio castellano de la provincia y Comunidad de Madrid, situado a 83 kilómetros del norte Madrid por la A-1. Se encuentra situado en el puerto de montaña que tiene el mismo nombre. Es el único caso en el que ambas laderas de la sierra pertenecen a un mismo municipio. Es el último pueblo de la comunidad de Madrid por el norte, a una altitud de 1433 msnm. Es por tanto la primera localidad de mayor altitud de la Comunidad de Madrid y la más septentrional de la comunidad autónoma.


La ruta discurre por un entorno precioso que toca tres provincias: Madrid, Guadalajara y Segovia. Comienza aproximándose a Horcajuelo de la Sierra para continuar adentrándose en la Sierra de Ayllón y su encantadora y cada vez más exigente y rota ascensión al Macizo del Pico del Lobo Cebollera. Finalmente desciende del macizo por sendas tan pedregosas que a mí se me hizo muy complicado, por lo que puse pie en tierra en numerosas ocasiones.




Este macizo es una auténtica cumbre de montaña en plena Sierra de Ayllón, que alterna altas crestas y profundos valles. Es una de las pocas formaciones glaciares de Castilla-La Mancha, donde podemos apreciar en toda su intensidad cómo fue la Edad del Hielo.
  


La vegetación está compuesta principalmente por bosques eurosiberianos, tundra y rebollares húmedos, así como otras plantas de montaña. En cuanto a la fauna de montaña se incluyen el topillo nival, la musaraña ibérica, el murciélago de bosque, el halcón abejero, el bisbita arbóreo, el bisbita alpino, el alcaudón, la becada, el pechiazul, el zorzal real, el acentor alpino y el águila real.


El medio físico que le sirve de asentamiento es duro, accidentado topográficamente, con suelo pobre y pedregoso y abundancia de pequeños cauces de agua que posibilitan zonas de huerta y pasto intensivo. En las crestas graníticas crece el matorral.

 
Dentro de este entorno paradisiaco de montaña, nosotros comenzamos bajando por carretera desde el puerto de Somosierra hacia Robregordo. La mañana está fresquita y como salimos con ropa de verano, pronto nos entra la tiritona. La bajada tiene aproximadamente 2 km que hacemos sin necesidad de dar una pedalada. En seguida salimos de la carretera a mano izquierda para no volver a pisarla hasta final de ruta.
  
Comenzamos a subir ligeramente, lo que agradecemos porque nos hace ir entrando en calor. Ya en estos momentos nos damos cuenta de que el entorno es bello como pocos. Esta primera subida tiene unos 5,5 km y un desnivel no muy duro, una media del 7%.


 


Antes de que queramos darnos cuenta llegamos arriba. El entorno continua ganando en belleza. 




A continuación comenzamos una bajada rápida de unos 6 km que termina en Horcajuelo de la Sierra. 



Sin más descanso, comenzamos las primeras rampas de la subida central de la ruta. En total son 23 km de subida en 2 tramos perfectamente definidos. El primer tramo tiene 17 km con una media de 8%, con buen firme y que aunque se sube bien, ya nos hace esforzarnos. Antes de comenzar los últimos 5,7 km realmente duros, paramos a tomar una barrita.


Sin dejar pasar más tiempo del necesario para no enfriarnos, comenzamos a subir los últimos 5,7 km con rampas muy duras que además de pendiente, tienen mucha piedra suelta de tamaño mediano, que complica mucho mantener la tracción y la trazada. Si no te acompañan las fuerzas o elijes mal la trazada o las piedras te cruzan la bici, te ves obligado a poner pie en tierra, respirar, recuperar pulsaciones, andar unos pasos y volver a montar como puedas. Las vistas son impresionantes. Tienes la sensación de estar por encima de cualquier cosa. Todo a tu alrededor, excepto la senda que nos falta por subir, queda por debajo de ti. Es un paisaje con poco matorral y con unos valles muy bonitos. 



Poco a poco vamos superando esas rampas tan duras y complicadas, hasta que llegamos a la cima del Pico del Lobo Cebollera. Cogemos un desvío a la derecha para subir al punto más alto. Ahí nos bajamos de la bici con dificultades para aguantarnos de pie en los primeros momentos. Nos refugiamos del fuerte aire frío tras la piedra erguida como estatua.


 




Comemos un poquito y nos hacemos fotos mientras observamos como una yegua mama y otra hija se acercan despacio hacia nosotros, se quedan observándonos extrañadas durante 5 minutos y a continuación se marchan.





Todo, absolutamente todo queda por debajo de nosotros. Te sientes como si estuvieras viendo la tierra desde un avión, pero con los pies apoyados en ella. La altitud y el esfuerzo realizado para llegar, a mi por lo menos, me hacía sentirme raro. Por un lado orgulloso de haber subido pedaleando hasta aquí, por otro con la cabeza un poco ida del esfuerzo y un poco desorientado por estar en un sitio diferente a cualquier otro lugar en el que había estado nunca.






Comenzamos a bajar y el fuerte viento de lado nos hace complicado mantenernos dentro de la trazada que marca la senda. La bajada está completamente llena de piedras sueltas de tamaño mediano, lo que me genera mucha desconfianza y por tanto hago bastantes tramos andando. En uno de ellos cuando paro para poner el pie, no fui capaz de soltar la cala y me fui al suelo encima de unas piedras, que no me dejaron buen recuerdo. En algunos puntos de la bajada nos cruzamos con senderistas que se nos quedaban mirando perplejos de que estemos bajando en bicicleta por ese terreno, en el que andando debes tener cuidado de no torcerte un tobillo.



Tengo que decir, que mis compañeros de ruta apenas tuvieron que poner el pie, sobre todo Madrile e Isma que son unos verdaderos maestros de este deporte. Eve fue un poco más precavido que ellos, pero ni comparación conmigo, que me sentí con mucha desconfianza con la 29 en mi primera ruta difícil con ella. Eso sí, para subir no la cambio por las 26. Vamos que la bajada de unos 4 km, en su mayoría sobre piedras en movimiento, se me hizo eterna, mientras mis compañeros disfrutaron como niños.

Una vez terminada la bajada comenzamos a subir por un falso llano de unos 4 km, con las piernas ya muy tocadas del gran esfuerzo que habíamos tenido que hacer en los últimos 5,7 km de la subida.


Finalmente comenzamos una vertiginosa bajada, a tramos con firme de cemento, en donde Isma revienta el neumático trasero al pellizcarlo con la llanta. Tras arreglarlo, continuamos bajando no más de 1 km para llegar a Somosierra a la altura de los coches y completar un recorrido espectacular en todos los sentidos.
 




Track de la ruta










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