sábado, 30 de noviembre de 2013

Valle del Tietar

"EOLO es el dios de los vientos que vivía en la Isla de Eolia con sus seis hijos y sus seis hijas. Zeus le dio el poder de controlar los vientos y los tenia encadenados con gran dominio, liberándolos cuando le viniera de gusto, ya que los vientos podían provocar desastres en el cielo, la tierra y las aguas" 

Eolo, Dios de los vientos

La madre que lo parió...



El 24 de Noviembre fue el día elegido para visitar una de las zonas mas bonitas de los aledaños a la provincia de Madrid. El Valle del Tietar, al sur de la provincia de Avila, y todo su entorno nos ofrece un marco incomparable para practicar nuestro deporte favorito.


Valle del Tiétar

Para la ocasión, el punto de partida elegido era el pueblo de Sotillo de la Adrada. Sin Embargo a los menos entrenados se nos da la opción de salir desde algo más adelante, desde La Adrada para que los kilómetros no sumen demasiado a la factura del desnivel que sabemos seguro vendrá. 


Castillo de La Adrada

Así pues ambos grupos, el primero formado por Madrile e Ismael y el segundo por Alaiz, Adrián, Jorge y yo nos reunimos en el punto de encuentro previamente acordado y ya juntos, emprendemos la marcha.La mañana se presenta fría pero limpia y un impresionante cielo azul nos acompaña y motiva para devorar los primeros kilómetros. Nos encontramos con el río Escorial, afluente del Tiétar, que trae bastante agua. Madrile es el único que, a duras penas,  lo cruza montado en la bici. 


Vadeando el Río Escorial

Los demás buscamos una manera más cómoda y segura y con suerte y algún pie remojado, finalmente también pasamos. Rápidamente llegamos al cruce con la CL-501 y a partir de aquí comienza el principal obstáculo del día, una imponente subida de 9 km que seguro nos hará entrar en calor. 

Comenzamos a subir alegres y confiados sin darnos apenas cuenta de que se nos a unido un nuevo compañero a la ruta: el viento. En cuanto empezamos a ganar altura y perdemos la protección de los árboles del llano unas violentas ráfagas de aire nos zarandean y nos avisan de que la subida no va a ser un paseo. Los primeros 2-3 km nos ofrecen una pendiente asequible, incluso con algún tramo de descanso, pero el viento se obstina en impedirnos la marcha y, unas veces de lado, otras de frente nos incordia y nos entorpece el avance.


Subiendo

A medida que aumenta la pendiente, también lo hace la velocidad del viento y ni una ni el otro dan tregua. El ascenso se convierte en una lucha donde la gravedad y el aire ponen a prueba nuestras fuerzas y nuestra cabeza para poder seguir. Rápidamente el grupo se estira y Madrile, Ismael y Adrián ponen tierra de por medio dejándonos a Jorge, Alaiz y a mi vigilando la retaguardia. Tras un buen rato de penoso ascenso llego a la cota mas alta de la ruta donde me encuentro al aterido grupo de cabeza que lleva un buen rato esperando a merced del frío y el vendaval y me piden el relevo.



 En el par de minutos que me quedo parado intento grabar un vídeo con el teléfono y se me apaga de improviso. El viento ha dejado la sensación térmica bajo mínimos y las baterías de los aparatos electrónicos se resienten (al terminar la ruta conecté el móvil al cargador del coche y... oh sorpresa! estaba al 60% de batería). Se me congelan las manos... no hay tiempo que perder, en cuanto llegan Jorge y Alaiz emprendemos el descenso. El viento, el maldito viento se hace insoportable. Nos desplaza de un lado a otro de la pista. Hay que ir con cuidado, cualquier despiste puede terminar en caída. Avanzamos y algo más abajo encontramos a la vanguardia resguardados en un recodo del camino. Que alivio! 



Aprovechamos para comer algo y continuamos. El siguiente tramo es una zona de subibajas que superamos todo lo rápido que podemos pues todos tenemos ganas ya de empezar a bajar y conseguir librarnos de las incómodas rachas de aire.


 Enseguida empezamos a bajar. Qué curioso, es en este tramo en el único en el que noto alguna racha de culo... maldito Murphi...







En un momento nos plantamos en Piedralaves y tras otro breve tramo de bajada abandonamos las alturas y nos sumergimos en la protección de la arboleda del valle. 











Para los que hemos hecho la ruta corta han sido solo 37 km pero en las piernas llevamos la sensación de que han sido 50. 



Por fin llegamos al castillo de La Adrada, nuestro punto de partida. Rápidamente planteamos la foto de grupo ya que Madrile e Ismael tienen que seguir para completar el trazado largo. 



Nos despedimos de ellos y tras guardar las bicis buscamos el refugio de un bar donde poder protegernos del frío y donde poder celebrar otro buen final de ruta.


          Track da la ruta corta por Alaiz
          Track de la ruta larga por Madrile