sábado, 14 de diciembre de 2013

Hoces del Duratón

El río Duratón discurre durante 27 km encajonado en el cañón que ha excavado en el sustrato calizo. En el último tercio de este recorrido traza cerrados meandros que reafirman la excavación propiamente dicha. Las paredes, que alcanzan los 100 metros de altura en algunos puntos, sirven de lugar de nidificación a muchas especies de aves, pero la relevancia fundamental se la llevan los buitres leonados que se han convertido en uno de los principales atractivos del parque. (Wikipedia)


Ermita de San Frutos

Las 6 de la mañana no son horas. A esas horas no me levanto ni para ir a trabajar. Pero no se que tiene esta afición nuestra que hace que un finde si y otro también este cuerpo salte de la cama cada vez que llega un domingo de bici, sea la hora que sea. El caso es que después de desayunar, disfrazarme de mountainbiker y cargar la bici en el coche salgo disparado al punto de reunión de esta propuesta invernal. El termómetro marca 6 bajo cero y una densa niebla no me permite ni parpadear para no salirme de la carretera. Con los cinco sentidos y un poco de paciencia llego puntual al lugar de quedada. Madrile e Ismael ya han llegado y están montando sus bicis. La mía, que ya viene montada, ha ganado peso durante la hora larga de viaje. 


La combinación de frío y humedad han depositado una generosa capa de hielo en sus partes más expuestas y provocan las primeras risas de la mañana. Pero no hay tiempo que perder así que después de un par o tres de manotazos libero a mi máquina del peso extra y comenzamos ruta.

Puente de Talcano


Salimos del aparcamiento que sirve de entrada al parque 
natural por una pista totalmente escarchada 
que nos lleva hasta el puente de Talcano, verdadera entrada al parque, y desde ahí comienza una larga y cómoda senda que, paralela al río, serpentea entre árboles, piedras y arbustos durante 10 km. Es un sendero que recomiendo a hacer despacio para poder apreciar bien la belleza del paisaje que nos rodea. El suelo, unas veces blanco de escarcha, otras veces cubierto de hojas húmedas nos recuerda que debemos ir con cuidado para no resbalar pero la casi nula pendiente hacen del paseo un rato agradable. 







La niebla persiste y como fantasmagóricas formas, las paredes de piedra aparecen y desaparecen a nuestros lados recordándonos que no estamos en terreno llano. 



A estas horas no hay nadie que perturbe la paz del bosque y por esa razón es posible sorprender a alguno de sus habitantes que no nos esperaba. Dos corzos confiados ven de repente interrumpida su actividad y huyen de los tres extraños que les persiguen. Pronto desaparecen de nuestra vista.


Continuamos sin prisa por el divertido sendero, parando sólo a hacer alguna foto o para sortear algún paso conflictivo con piedras húmedas y resbaladizas. Y así llegamos al puente de Villaseca, lugar donde abandonamos la senda y emprendemos la marcha al siguiente punto de interés del día: la ermita de San Frutos. Comenzamos a subir la primera rampa del día por la carretera sg-v 2418 y tras unos 3 km llegamos a Villaseca, población desde donde sale la pista que nos llevará a la ermita. 


Empezamos a subir a buen ritmo y al poco nos damos cuenta de que la niebla nos va a acompañar gran parte del día. En un momento en el que Madrile pega un tirón, le perdemos de vista entre la bruma que se hace más espesa cuanto mas ascendemos. Llegamos a Villaseca y sin perder tiempo tomamos la pista de tierra. 












Son 5 km de pedaleo sumidos en la nube blanca que no nos deja apreciar lo que avanzamos. Es un tramo que se me hace eterno. Varias veces tengo que pasarme los dedos por los cristales de las gafas para eliminar el agua que se me va acumulando. Pero por fin llegamos al aparcamiento de la ermita y enseguida, tras un par de sube-bajas vemos emerger de entre la niebla la figura del edificio y la mole de piedra que lo sostiene. 










En este punto hacemos la foto de grupo aprovechando la ayuda de dos senderistas con los que nos cruzamos. 


Tras la foto, tomamos el sendero que circula entre la ermita y el barranco para asomarnos a la hoz del río sobre la que nos encontramos pero lamentablemente la nula visibilidad nos fastidia la panorámica.


Volvemos a subir a la ermita por su parte trasera y allí completamos la sesión de fotos. 

Ermita de San Frutos

Para continuar la ruta toca volver por la mismo pista pero en esta ocasión, afortunadamente se me hace más corto. Nuevamente en Villaseca paramos a hacer un rápido avituallamiento y seguimos.
Tras un par de km de carretera tomamos una pista a la izquierda que de nuevo nos sumerge en un denso banco de niebla. Si el tramo de pista hasta San Frutos se me hizo largo, este se me hizo eterno. Y no porque el paisaje fuera feo.


Desgraciadamente la niebla no nos dejó comprobar este dato y este tramo se convirtió en un pedalear monótono siguiendo el camino sin otro aliciente que el cambio de terreno. Primero tierra y luego una incómoda pista de piedra muy bacheada que nos hizo temblar más de la cuenta. Tras un buen rato de traqueteo la pista se acaba y nos vemos obligados a bajarnos de la bici hasta que el track nos deja en una trialera de bajada que al principio es ciclable pero que al final no nos queda más remedio que terminar a pata.

Burgomillodo y su cantera

Según vamos bajando vemos enfrente nuestro la población de Burgomillodo, con su imponente mina de cuarzo a cielo abierto y su presa, culpable de que el río Duratón se embalse en las hoces que estamos recorriendo.

Presa de Burgomillodo

En este punto cruzamos el río y emprendemos la vuelta por su margen contraria por un camino pensado para visitar los mejores miradores de este lado del río.

Pero para ello primero debemos superar la empinada rampa que nos saca del pueblo. Mientras subimos podemos ver a nuestra derecha los inmensos arenales de la cantera que, sin saberlo nosotros, son el preludio de una gran parte de lo que nos queda de ruta: arena y más arena. Por lo menos ya no hay niebla...
Tras la corta pero intensa subida recorremos rápidamente 2,5km de pista que nos deja en un mirador entre dos hoces del río desde donde se puede contemplar de un lado y a lo lejos la ermita de San Frutos y al otro el profundo barranco que durante milenios a excavado el río.


Tras las fotos de rigor desandamos ese corto tramo de pista y retomamos el camino principal rumbo a nuestro siguiente destino, el mirador del Convento de la Hoz, otro espectacular sitio desde donde ver una gran parte de este parque natural.

Mirador del Convento de la Hoz

Frente a nosotros, abajo, las ruinas del convento, antaño importante lugar de culto fundado por  la orden franciscana y visitado incluso por Isabel la Católica o Felipe II y hoy testigo mudo del discurrir del río y del ir y venir del turismo. 

Mirador del Convento de la Hoz

A derecha e izquierda , ahora si, la niebla nos permite ver en toda su proporción los cortados producidos por la erosión del agua y arriba, sobre las ruinas del convento un grupo de buitres descansan y nos vigilan no sea que se nos ocurra acercarnos demasiado.

Mirador del Convento de la Hoz

Aprovechamos para hacer un segundo avituallamiento y después continuamos la marcha bordeando durante un rato el cañón y después internándonos en el bosque.
Empieza aquí una parte un poco desesperante de la ruta. Nos internamos en un pinar que ha crecido en un inmenso arenal por el que es incomodísimo avanzar. Cada dos por tres nos encontramos con bancos de arena donde se nos clavan las ruedas y de los que sólo se puede salir duplicando el esfuerzo de cada pedalada... o a pata.


Me veo obligado a parar un par de veces en parte obligado también porque las piernas empiezan a acusar el cansancio de la ruta. Aprovecho para hacer alguna foto y Madrile e Ismael se distancian un poco. Avivo el ritmo para alcanzarles y cuando estoy cerca veo que se han parado para ver cruzar delante de ellos todo un rebaño de corzos. Desde lejos cuento 5 ó 6 pero seguro que son más. 


Seguimos avanzando por el incómodo pinar y al rato el track nos saca de pista. Nos vemos obligados a patear durante unos 400 m hasta encontrar terreno llano y poco después una nueva pista por la que tomarnos un respiro de tanta arena. Unos kilómetros más y por fin abandonamos el pinar para incorporarnos de nuevo a la sg-v 2418, carretera por la que a primera hora de la mañana ascendimos hacia Villaseca y por la que ahora desdendemos al puente homónimo, y que nos introduce de nuevo en el cañón por cuya senda transitamos por la mañana. Son ya las 2 de la tarde y tras algo más de 50km  empiezo a acusar en serio el cansancio. En otras circunstancias hubiera afrontado este último tramo con otro animo pero realmente tenía ganas de terminar.


Afortunadamente el terreno es llano y aunque las zonas que a primera hora estaban congeladas ahora son barrizales, no es difícil avanzar. Además ahora no hay niebla y la vista despejada del cañón hace más amena la marcha. Nos cruzamos con grupos de senderistas que se han animado a salir de casa pese al mal tiempo lo cual nos ralentiza, pero a mi me viene bien.


Paro dos o tres veces para hacer fotos y nuevamente me quedo atrás. Me da igual, necesito tomarme un respiro. 


Me doy cuenta de que realmente voy con la reserva encendida. Poco a poco me voy acercando al final y por fin llego al puente de Talcano. Ismael me está esperando pero le pido que siga para poder hacer una última foto.


La última rampa hasta el parking se me hace eterna pero por fin llego al coche. Buf! Por los pelos. No he petado pero casi... Son las tres de la tarde y tras algo mas de 6 horas de ruta estoy agotado. No hay tiempo para opcionales y mis compañeros de ruta parten rápidamente hacia sus respectivas casas. Pero yo me quedo a disfrutar del bocata que por suerte preparé antes de salir de casa.

             ¡¡Nos vemos por los caminos!!



















                                               Completaron esta ruta: Madrile, Ismael y Fer.


                                                        Track de la Ruta de Madrile, aquí

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